Hola y bienvenidos al blog de Planeta Matrix Illuminati. Después de tanto tiempo, continuo con el segundo capítulo de este trabajo sobre la farsa construida alrededor del calentón global antropogénico.
Ya entrando en materia debo hacer algunas aclaraciones: yo no niego que exista un cambio climático, yo niego que el calentón sea por causas antropogénicas, es decir que se deba a que el aumento de dióxido de carbono o CO2 en la atmósfera y por ende la acción del hombre, sea el principal causante del incremento de la temperatura global y pongo en duda que ese cambio climático tenga un carácter catastrofista como nos machacan con tanta insistencia.
En los medios nos dicen con gran alarmismo que la temperatura global promedio ha aumentado y eso es cierto, como lo confirman la mayoría de los expertos. Lo que no informan o si lo dicen, le restan importancia, es que, según mediciones actualizadas, en el 2023; el planeta registró una temperatura promedio de 14.98 grados centígrados superando en apenas 1.45 grados los niveles preindustriales, que según expertos para la década de 1850 estarían más o menos en los 13.53 grados centígrados.
La proyección anterior me sirve como intro para desvirtuar otro mantra de los “calentólogos”; el supuesto consenso contundente en la ciencia, con respecto al dogma de que el calentamiento global es generado por el hombre debido al aumento de las emisiones de CO2 (gas carbónico) desde que inició el boom de la industrialización a mediados del siglo XVII a hoy, aunado al crecimiento poblacional gracias al mejoramiento de las condiciones de vida que este desarrollo favoreció.
Lo primero que hay que decir, es que la ciencia por definición no es una cuestión de mayorías ni de consensos, la ciencia es de evidencias, argumentación y realidades fácticas, importa poco o nada si la mayoría está en contra o a favor de un postulado. Pero sigamos aportando datos, Si buscas en google “consenso científico sobre el calentamiento global antropogénico” te vas a encontrar un montón de resultados y artículos que te dicen que el consenso científico llega al 97 %, que es la misma cifra que arrojó el expresidente Obama en un tuit por allá en el 2013, pontificando sobre el calentón global.
Pero la realidad es que cuando uno se pone a investigar de dónde viene ese dato del 97%, se encuentra con que surge de un desk research o investigación de escritorio que basa sus conclusiones de otros estudios sobre el cambio climático, realizados entre 1991 y 2012 y que fueron indexados por el ISI Web of Science, que es una institución que compendia una enorme base de datos de estudios, revistas
académicas, conferencias y libros de naturaleza científica.
Llama poderosamente la atención que esta institución, para la época en que se realizó el desk research en referencia, era propiedad de otra firma llamada Thomson Reuters (actualmente es propiedad de Clarivate Analytics), que a su vez es controlada por la Reuters, cuyos accionistas principales serían nada más ni nada menos que la familia Rothschild, notables promulgadores del catastrofismo climático y la agenda globalista. ¿Como que van apareciendo las llaves, cierto?
En ese compendio de estudios, se reunieron un total de 11 mil 944 trabajos que fueron publicados en 1980 revistas científicas. Luego un equipo de voluntarios se repartió la labor de analizar su contenido separando las investigaciones que trataban el tema de la causalidad del calentamiento climático en dos grupos; los que apoyaban la idea de la causa antropogénica versus los que se inclinaban por otras causales. Lo que encontraron fue que el 97.1 por ciento de los autores analizados, apoyaba la idea de que el hombre era el causante del calentamiento, mientras que los percentiles restantes, estaban entre la negación de lo mismo y una posición dubitativa no concluyente.
Hasta ahí parecería que la conclusión del consenso científico no tiene fisuras, pero si las tiene; hay un detalle que para muchos puede resultar irrelevante o una tonta sutileza, pero que resulta fundamental en el análisis, si queremos ser plenamente objetivos, y es que esos 11 mil 944 trabajos base de la conclusión mencionada, compartían una condición sine qua non para ser tenidos en cuenta, y es que tenían que ser estudios oficialmente publicados y validados por la comunidad científica, lo cual para el caso del tema del calentamiento global constituye un sesgo determinante, ya que es prácticamente imposible que alguna universidad, gobierno o centro de investigación te patrocine o publique en su nombre un estudio, en el que dentro de sus objetivos de investigación o conclusiones, se sugiera siquiera poner en duda el dogma sobre la responsabilidad del CO2 en el calentamiento global. Los herejes no son bien vistos por la comunidad científica, ni por los que otorgan subsidios o hacen las veces de decisores editoriales en las revistas científicas.
En este contexto, es absolutamente previsible que los estudios que apoyen la idea de la causa antropogénica sean porcentualmente más abundantes que los que se oponen al dogma y que podrían ser considerados heréticos. Esta es una forma sibilina pero muy efectiva de censura indirecta.
académicas, conferencias y libros de naturaleza científica.
Llama poderosamente la atención que esta institución, para la época en que se realizó el desk research en referencia, era propiedad de otra firma llamada Thomson Reuters (actualmente es propiedad de Clarivate Analytics), que a su vez es controlada por la Reuters, cuyos accionistas principales serían nada más ni nada menos que la familia Rothschild, notables promulgadores del catastrofismo climático y la agenda globalista. ¿Como que van apareciendo las llaves, cierto?
En ese compendio de estudios, se reunieron un total de 11 mil 944 trabajos que fueron publicados en 1980 revistas científicas. Luego un equipo de voluntarios se repartió la labor de analizar su contenido separando las investigaciones que trataban el tema de la causalidad del calentamiento climático en dos grupos; los que apoyaban la idea de la causa antropogénica versus los que se inclinaban por otras causales. Lo que encontraron fue que el 97.1 por ciento de los autores analizados, apoyaba la idea de que el hombre era el causante del calentamiento, mientras que los percentiles restantes, estaban entre la negación de lo mismo y una posición dubitativa no concluyente.
Hasta ahí parecería que la conclusión del consenso científico no tiene fisuras, pero si las tiene; hay un detalle que para muchos puede resultar irrelevante o una tonta sutileza, pero que resulta fundamental en el análisis, si queremos ser plenamente objetivos, y es que esos 11 mil 944 trabajos base de la conclusión mencionada, compartían una condición sine qua non para ser tenidos en cuenta, y es que tenían que ser estudios oficialmente publicados y validados por la comunidad científica, lo cual para el caso del tema del calentamiento global constituye un sesgo determinante, ya que es prácticamente imposible que alguna universidad, gobierno o centro de investigación te patrocine o publique en su nombre un estudio, en el que dentro de sus objetivos de investigación o conclusiones, se sugiera siquiera poner en duda el dogma sobre la responsabilidad del CO2 en el calentamiento global. Los herejes no son bien vistos por la comunidad científica, ni por los que otorgan subsidios o hacen las veces de decisores editoriales en las revistas científicas.
En este contexto, es absolutamente previsible que los estudios que apoyen la idea de la causa antropogénica sean porcentualmente más abundantes que los que se oponen al dogma y que podrían ser considerados heréticos. Esta es una forma sibilina pero muy efectiva de censura indirecta.
Hablamos de físicos de la talla del Dr. Nir Shaviv, astrofísico y cosmólogo, profesor del Instituto Racah de Física de la Universidad Hebrea de Jerusalén, quien es tajante al afirmar que el principal causante de este calentón global es la actividad solar y no las emisiones de CO2 humanas. Otro reconocido disidente del dogma climático es el doctor Richard S. Lindzen, profesor de meteorología del instituto tecnológico de Massachusetts que mencioné antes, quien le ha dedicado sendos artículos a lo que él llama la “falacia del calentamiento global” en los que incluso cuestiona el alarmismo frenético y catastrofista que envuelve al tema. Su posición es que el cambio climático antropogénico puede estar siendo exagerado e igual que el Dr. Shaviv, considera que el papel de los factores naturales, como las variaciones en la radiación solar y los cambios en la circulación atmosférica, puede ser subestimado en los modelos climáticos.
De forma que estos científicos, junto a muchos otros herejes cuestionan que se responsabilice del calentamiento global al aumento en las emisiones de CO2 en la atmósfera de los últimos 180 años y que, por ende, se afirme que es culpa del ser humano por el consumo exponencial de combustibles fósiles, el dogma omnipresente e incuestionable del calentamiento global antropogénico.
Y lamento ser un maldito hereje conspiranoico, pero resulta que quizás esa sea la principal mentira y estupidez que nos metieron en la cabeza estos calentólogos farsantes, pues resulta que el CO2 es un factor prácticamente irrelevante en la temperatura del clima. Antes de que algunos me insulten, por favor analicen la información que estoy por darles a continuación.
Por más de que el dióxido de carbono sea un gas involucrado en el llamado efecto invernadero, resulta que apenas constituye el 0.04 % de los gases que componen la atmósfera de la Tierra. La composición porcentual típica de los gases atmosféricos es aproximadamente la siguiente:
· Nitrógeno (N2): Aproximadamente 78%
· Oxígeno (O2): Aproximadamente 21%
· Argón (Ar): Aproximadamente 0,93%
· Dióxido de carbono (CO2): Aproximadamente 0,04%
· Otros gases: Aproximadamente 0,03% (incluyendo vapor de agua, neón, helio, metano, kriptón, xenón, ozono, entre otros)
Para enaltecer el papel del CO2 en el efecto invernadero, ante su insignificante presencia en la atmósfera, se suele argumentar que el CO2 tiene una “amplia tasa de absorción de radiación infrarroja” comparativamente con los otros gases de mayor volumetría en la atmosfera, aunque curiosamente, no te dicen de cuanto es ese rango, por más que lo preguntes en todos los tonos; haz el intento con chatGPT o busca ese dato concreto en Google, no lo vas a encontrar. En este aparte del análisis, también he de decirte que el CO2 tampoco es el gas que registra la mayor tasa de absorción de radiación infrarroja, según google es el segundo después del vapor de agua y el tercero es el metano. ¿Por qué el vapor de agua o el metano no son satanizados?
La radiación infrarroja es en realidad un subproducto de la luz visible que llega al suelo calentándolo, calor que se proyecta de nuevo en la atmósfera y es absorbido por los que llamamos gases de efecto invernadero, generando el recalentamiento.
¿Si lo anterior es una realidad científica, por qué el CO2 es el villano de la película? Por tres razones; primero que todo porque se necesita que el culpable sea el ser humano y el crecimiento poblacional generado por el mejoramiento del estado de bienestar. ¿Por qué? continuarán preguntando algunos, simple: porque uno de los objetivos de todo este chiringuito globalista climático, es reducir la población mundial, y ¿para qué? preguntará de nuevo Juanito preguntón; por que quienes impulsan la agenda climática consideran que para ellos es mejor un mundo con menos personas, con las cuales tener que compartir los recursos disponibles, así sea mínimamente. Se pretende posicionar la idea de que, si la expansión poblacional está acabando con las condiciones de habitabilidad del planeta, resulta sabio y necesario frenar y diezmar las cifras poblacionales de forma directa o directa. Puro pragmatismo dirán algunos, pura eugenesia sociópata diría yo.
Ellos quieren un mundo totalmente centralizado, corporativizado y totalmente controlado por una élite de plutócratas que se valdrán de la tecnología, la robótica y la inteligencia artificial, para reemplazar la mano de obra y la mayoría de la fuerza laboral que hoy, todavía, es necesaria para la industria y el crecimiento económico. Como quien dice; por ahora somos un lastre necesario que cargar para ellos, un lastre del que se desharán cuando la ultra tecnologización nos haga reemplazables. Pronto estamos de esto.
Por eso la agenda comunicacional nos machaca a diario conceptos que muchos equivocadamente llaman “progres”; como la renta universal, la ideología de género, las ciudades de 15 minutos y el transhumanismo, entre otros constructos o visiones de futuro idealizadas. Con esa narrativa monolítica han logrado que planteamientos abiertamente eugenistas como los del filósofo futurista Yuval Noah Harari, sean aplaudidos a rabiar en conferencias con cientos de personas donde afirma que el ser humano debe ser hackeado desde adentro, para controlarle hasta su biología y comportamiento. Este “visionario” establece una diferenciación entre humanos merecedores de existir y otros que no, en función de su productividad y aporte a la maquinaria económica y social idealizada que es el mundo distópico al que nos quieren llevar.
La segunda razón para satanizar el CO2 y no otro gas, es de conveniencia argumentativa; ya que, aunque el CO2 tiene baja relevancia volumétrica como gas de efecto invernadero, si es cierto que el nivel de dióxido de carbono ha aumentado dramáticamente en la atmósfera desde la revolución industrial. Se calcula que al menos en un 35 por ciento, y claro, los calentólogos se agarran de ahí para armar toda la matriz de opinión del CO2 como el villano del calentón, es decir, establecen que la correlación existente entre los dos factores se convierte en una relación de causa-efecto, pero resulta que eso es una falacia porque en ciencia, correlación no significa necesariamente causalidad.
De hecho, algunos científicos y expertos en clima sostienen que los cambios en la temperatura pueden preceder a los cambios en los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, y no al revés como se suele pensar en la narrativa convencional del cambio climático. Esta teoría se basa en el estudio de registros paleo climáticos, como los núcleos de hielo y los sedimentos marinos, que muestran que, en episodios de cambio climático pasados, los aumentos en la temperatura global precedieron a los aumentos en los niveles de CO2 atmosférico. ¿Pero por supuesto que medio o centro de divulgación científica habla de esto? Ninguno.
¿Pero si no es el CO2 el villano y tampoco el ser humano y su industrialización, entonces quién o qué carajos es el causante del aumento en la temperatura global? simple mi querido Watson; como lo afirman reconocidos astrofísicos como el doctor Willie Soon o la Dra. Sallie Baliunas, disidentes del dogma climático, el responsable es el sol y hasta donde sé nosotros, los limitados seres humanos, no tenemos injerencia alguna en los devenires caprichosos de nuestra estrella dadora de vida.
Sabemos que el sol es una estrella que presenta ciclos de mayor y menor intensidad. Por ejemplo, el sol tiene ciclos de 11 años de acuerdo con los cambios de polaridad de su campo magnético, generando las llamadas manchas solares, y sabemos que esto nos afecta en la medida que la actividad de la superficie solar implica más o menos irradiancia y calor sobre nuestro planeta, entonces pregunto: ¿no es lógico pensar que la actividad solar pueda haber tenido un evidente protagonismo en el calentamiento global dado que los datos muestran que la irradiancia total y la actividad solar en general, han experimentado fluctuaciones en los últimos años?
Pero además del sol hay otro factor natural que tiene muchísima más incidencia en el calentamiento de la tierra que el pírrico efecto que pueda tener el aumento del CO2 en la atmósfera. Este factor son los rayos cósmicos. Los rayos cósmicos son los rayos provenientes del espacio que surgen de la explosión de estrellas lejanas que como se entenderá, es un proceso dinámico y permanente y que por supuesto no tiene nada que ver con factores antropogénicos.
Está correlación y causalidad entre la intensidad de los rayos cósmicos que nos impactan y la temperatura global, la tenemos identificada desde hace décadas gracias a mediciones realizadas por satélites que han demostrado que existe un vínculo directo entre la intensidad de los rayos cósmicos sobre la tierra y el aumento o disminución de la temperatura planetaria que se vuelve más fría o cálida en función de la cantidad de nubes que se forman en el cielo.
Esto fue comprobado recientemente por investigaciones del centro nacional espacial de Dinamarca, lideradas por el doctor Henrik Svensmark que señalan que el clima está fuertemente gobernado por las partículas atómicas procedentes de estrellas que han explosionado. Según este postulado, la influencia de los rayos cósmicos tiene una fuerte implicación en la formación de nubes, y por ende esto podría estar relacionado con las variaciones en la actividad solar y el clima terrestre. Mientras más partículas cósmicas nos impacten mayor nubosidad y obscuridad en el cielo, lo que causa enfriamiento en el clima y viceversa, ante menos partículas cósmicas en la atmósfera menos nubes y más calor. Estos estudios pudieron confirmar que la actividad cósmica es en la actualidad la más alta de los últimos mil años, lo que según los científicos daneses explica el calentamiento global por causas naturales y no artificiales.
Estás conclusiones van en contravía del decir del IPCC y también han sido cuestionadas por investigaciones realizadas más recientemente por científicos del CERN en un estudio denominado CLOUD, pero más allá de sentenciar quien pueda estar en lo cierto, la realidad es que la polémica científica sólo demuestra lo que afirmé al inicio de este trabajo y es que el supuesto consenso científico sobre el dogma antropogénico del calentamiento global, no es tan cierto y que hay posibles causas naturales del fenómeno, que a la luz de los hechos y del razonamiento lógico suenan mucho más coherentes.
Voy a dejarlo aquí y espero haber sembrado al menos una duda razonable sobre el dogma del calentamiento global antropogénico y que ojalá genere en algunos de ustedes el interés por investigar más en profundidad el tema, ya que lo que está de por medio es bastante relevante para la humanidad. Si nos tragamos entero este dogma de los calentologos, los globalistas van a asumir que tienen patente de corso para imponer su ambicionado gobierno mundial. Si nosotros, las personas del común nos creemos la plaga, seremos tratados como tal.